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Jueves, 18 de Abril de 2024

Escribe: Mónica Olmos Campos

“¿Por qué es fundamental que el periodista televisivo escriba?”

OPINIÓN | 15 Feb 2018

La prensa televisiva nacional, en mi criterio, padece un mal muy jodido: No escribe.

La prensa televisiva, en su mayoría, ha dejado de escribir, fenómeno que va a la par con la banalización del hecho noticioso y de la misma realidad: Hoy, valen prácticamente lo mismo, un feminicidio, la declaración de un diputado sobre la ley de aceras y pastos, y la historia viral del día que muestra a la gorda de calza transparente o la sacada de mierda de un niño en su bicicleta.

El periodismo televisivo nacional se ha convertido en un periodismo ‘transmisionista’, es decir, repetidor de declaraciones de “bustoparlantes” (que en su inmensa mayoría son fuentes políticas).

Hace un par de décadas, los periodistas llegaban apresurados a sus salas de edición y se ponían a redactar (aún en máquinas de escribir mecánicas), obtenían el guión, lo entregaban al jefe de prensa para su revisión y, una vez aprobado, procedían a grabar las voces en off y a (“pintar”) editar la nota. Había, entonces, un trabajo más o menos exigido, se trataba de “hilar” la “historia” y de darle sentido a través de ese tecleo duro y rápido del periodista siempre estresado con 6, 7 o más notas a su cargo.

Con el tiempo, los periodistas escriben menos y muchos nada. Las notas periodísticas se “arman” exclusivamente a partir de busto parlantes, es decir, en ausencia de un guión, la noticia carece de historia: No tiene pasado, no tiene contexto, no tiene contraparte, no tiene perspectiva…es simplemente el testimonio (experiencia y/u opinión) de alguien.

El periodismo televisivo exige saber escribir. ¿Qué sugiere esto? Significa que el periodista reflexione la nota de inicio a fin. Es decir, construirle al hecho noticioso una historia, ubicarla en el espacio y en el tiempo (contexto), mostrarla con todos sus perfiles (contraparte), redimensionarla en el ámbito al que corresponda (impacto), destacar su importancia (utilidad), e implica, sobretodo, asumir una responsabilidad con el (desarrollo) del hecho (seguimiento/consecuencia).

Es evidente que todo lo mencionado demanda investigación, reflexión y tiempo. Los periodistas se han excusado en este último “argumento” para dejar de lado este proceso y entonces, lo que hoy ha ganado en nuestra televisión es el periodismo exprés que se limita a transmitir testimonios, entrevistas, opiniones, criterios o como quiera Usted llamarle.

Hace poco escuché otro argumento que me pareció tanto más patético que la falta de tiempo que tiene el periodista para hacer una buena cobertura. Según una destacada periodista de un medio impreso paceño, el problema radicaría en la paga: “No les exijan más a mis periodistas porque apenas tienen tiempo para pensar cómo van sobrevivir, perciben un salario de 2 mil bolivianos; menos que mi trabajadora del hogar” (Eso es maltrato laboral y un medio no debería permitir que un profesional, aunque no escriba, perciba un salario así). Es decir, lo que la jefa de prensa justificaba era que esa mediocridad responde a que el periodista gana muy poco y que, en su lógica, el periodismo sería mejor si el profesional de la información estaría mejor remunerado. De hecho, no creo en esa correlación.

Hay un tercer argumento para justificar ese periodismo ‘transmisionista’ y es el que tiene que ver con las imposiciones del medio lo que siguiere que, en resguardo de los intereses del empresario de la comunicación, mejor si nos dedicamos a un periodismo que se limite a retransmitir lo que otros dijeron, así, “si se arma la gorda”, le echamos la culpa a la fuente y no al periodista ni al jefe ni al medio….o mejor, cocinamos, bailamos o mostramos tragedia pura y fina.

En síntesis, hay muchos argumentos que intentan justificar ese periodismo ‘transmisionista’, exprés y facilón que no demanda escribir.

Pero, ¿por qué una nota periodística debe ser redactada? Además de lo ya mencionado, cuando el periodista escribe se somete a procesos de pensamiento (cognitivos) que de manera implícita harán que -al menos en teoría- el resultado sea el esperado. Escribir significa: Definir el propósito de la nota; analizar y sintetizar el hecho; abstraer y concretar el hecho; relacionar el hecho; y finalmente, evaluar el hecho.

Las preguntas son, entonces:

¿Será que realmente no hay tiempo para esto?
¿Será que se necesita tener un mejor sueldo para hacer esto?
¿Será que al dueño del medio le interesa esto?
¿Será que el periodista sabe hacer esto?

El saber hacer esto es lo que hace la diferencia entre el periodismo escrito y el televisivo. El periodista de periódico debe -necesariamente- (saber) escribir; mientras que en la lógica moderna, el periodista de televisión no es necesariamente el que (sabe) escribir. Al parecer, son otros los atributos que debe poseer este profesional: Capacidad para improvisar, rapidez, valentía, agilidad, trabajo bajo presión, simpatía, carisma, cara…

TIQUIPAYA

Lo ocurrido en Tiquipaya es un claro ejemplo del problema que significa no saber, no poder o no querer escribir para televisión. Y es que ante la falta de costumbre, el periodista pretende informarnos como sabe, como lo viene haciendo hace al menos 20 años, como se le pide y exige o como cree que está bien, finalmente: Sin reflexionar, sin contextualizar, sin contraponer, sin evaluar; solo transmite lo que ve. Si a eso el editor le pone música de tragedia o de saga cinematográfica, le coloca letras rojas, el sello “lavado” del canal en medio de la pantalla y muestra un perro ahogándose, la nota está perfecta, lista para salir al aire.

Es, señores, un periodismo de vergüenza, y debo decirlo con todas sus letras y sin remordimientos. Da vergüenza que así sea. Da vergüenza que los profesionales de la comunicación (porque muchos de los periodistas hoy han pasado por la Facultad de Periodismo), que se nieguen a escribir, o que se conformen con no hacerlo. Es una vergüenza que sus jefes de prensa no les exijan un mejor trabajo, es más terrible que sigan poniendo la excusa de la falta de tiempo para no ofrecer un producto de calidad, y más terrible aún que digan que es porque ganan poco o porque sufren de presiones políticas.

Tiquipaya es el caso más patético de ese pésimo periodismo: Plagado de lo obvio, de la especulación, de morbo; un periodismo carente de propósitos, de investigación, de contexto, de historia, de antecedentes, de responsables, de protagonistas, de reflexión, de utilidad social. Es un periodismo que se conforma con mostrar tragedia, musicalizada y acicalada para provocar satisfacción a partir de la desgracia de otros.

RECOMENDACIONES

Voy a acabar estito haciendo algunas recomendaciones de fondo y de forma:

El periodista televisivo debe entender que la audiencia está cada vez más familiarizada con el mundo audiovisual. Con la TV por cable, con la TV de preferencia pagada, con el internet, el YouTube, las RRSS con el acceso a la tecnología digital y todo lo demás; el televidente es más selectivo y puede, con mayores recursos, opinar sobre lo que es y lo que no es de calidad.

El periodista televisivo debe escribir para REFLEXIONAR, CONTEXTUALIZAR, y EVALUAR el producto que está trabajando.

El busto parlante o el testimonio (“entrevista”) es solo una parte de la estructura de la nota periodística; la fuerza, generalmente, estará en el trabajo cognitivo del periodista.

Nadie ha dicho que el periodista debe cubrir 7 fuentes al día, eso no está en ningún manual de periodismo; si es necesario y suficiente hacer una, así será, pero bien hecha, como merece el ciudadano. Tampoco nadie ha establecido jamás que una nota debe durar 1 minuto porque el público es tonto y se aburre; no señores, no subestimen a sus audiencias, ofrézcanle siempre lo que necesita (no lo que quiere) …para eso ustedes se han formado.

El televidente no espera que el periodista le “informe” lo obvio, lo que ve con sus propios ojitos. El periodista debe decir lo que el televidente no ve, no sabe, no conoce, no entiende. Es decir, el periodismo debe esforzarse por el carácter de novedad, por ese hecho desconocido que aporta algo nuevo.

El periodista no debe perderse en sus propósitos: Su responsabilidad es para con la audiencia no para con el poder político o económico, y tampoco para con el dueño del medio. El periodista es una especie de servidor público que se debe a su audiencia, por tanto, su responsabilidad social es la que debe guiar su trabajo.

EN EL CASO DE TIQUIPAYA

Basta de mostrar tragedia ya sea humana o de perritos y gatitos.

Orienten sus esfuerzos a encontrar las causas de la tragedia: qué ocurrió realmente, quiénes son los responsables, que no hicieron o dejaron de hacer, qué debían hacer, por qué no lo hicieron.

Interpelen a las autoridades en relación a las demandas de los afectados: por qué no llega la ayuda como se espera, por qué la respuesta es lenta, por qué no se atendió el pedido de la familia de aquellos que están atrapados en sus viviendas, por qué falta maquinaria, por qué, por qué y por qué.

Coloquen en perspectiva el hecho: qué se hará de ahora en adelante, cuáles serán los pasos a seguir; cuál es la institucionalidad llamada a hacerlo; cuáles son los plazos que se han dado; cómo se han organizado; cuáles son los compromisos que se están asumiendo; cuál es el presupuesto y las prioridades identificadas.

Apóyense en un adecuado manejo visual, los primeros planos y los planos medios segmentan demasiado la realidad, pero además están aconsejados para dramatizar la escena…utilicen planos abiertos que permitan ver (entender) el escenario. Trabajen simulaciones, recreaciones, mapas y otros recursos que permitan orientar, informar y también advertir consecuencias.

Orienten a la población tanto afectada como a la que desea cooperar: ¿Quién organiza las donaciones? ¿Quién las fiscaliza? ¿Lo que se ha dado es lo que se necesita? ¿De qué forma está llegando al ayuda?

En ese marco, dejen de hablar con vecinos y busquen a expertos: hablen con los profesionales del PROMIC (Roberto Mendez y tantos otros ingenieros que estuvieron involucrados en las cuencas de la cordillera Tunari), con ex autoridades de la Prefectura y las Alcaldías, con docentes universitarios, con los colegios profesionales, y sociedades científicas; investiguen qué ha hecho este gobierno actual al respecto, es decir, aún falta mucho sino todo por conocer.

Ya no más tragedia, ya no llanto ni velorios ni entierros, ni perritos ahogados ni llantos de mujeres. Sabemos que es una tragedia, lo sabemos y nos da mucha lástima, pero eso no ayuda. Lo que ayuda ahora es encontrar responsables/culpables y comprometer oficios.

No dejen pasar esto como un suceso de la naturaleza porque aparentemente acá hay responsabilidad humana/institucional. Ustedes periodistas, son quienes permiten amplificar la voz del pueblo, del necesitado, del que espera justicia, del que espera que sus elegidos hagan bien su trabajo.

/*MÓNICA PATRICIA OLMOS CAMPOS ES COMUNICADORA SOCIAL Y DOCTORA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN/

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN//

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