Escribe Luis Antezana
OPINIÓN | 26 Ene 2022
La fragmentación del partido de gobierno, el MAS, y el estado patológico de otros, debería tener algún análisis lógico de parte de los analistas políticos, pero están tardando en hacerlo. Mientras tanto, aguas turbias siguen corriendo debajo los puentes, sin mayor explicación.
En Bolivia se han producido en varias oportunidades, aunque en todos los casos frustradas, con mayor o menor grado de fuerza, revoluciones con participación de toda la nación (en 1930, 1937, 1952 y 2006). La mayoría de la población se unió y produjo una revolución victoriosa. La mayoría de la sociedad, formada por varias clases sociales, tenía grandes objetivos comunes y solo en esa forma le fue posible vencer como revolución de todo el pueblo.
Ese concepto de “revolución de todo el pueblo”, es innecesario decirlo, es por demás común y sabido por todos y, más bien, debe ser objeto de un planteamiento de otro tipo o sea en relación con los intereses de las diferentes sectores o clases sociales, que coinciden y tienen objetivos específicos y dentro de ciertos límites. Se debe, pues, evitar la palabrería de ciertos analistas de medios de comunicación y de otros sectores de derecha con títulos de izquierda o viceversa.
Cuando se producen esos grandes movimientos sociales, cambia también la relación de clases que participan en el movimiento. Pero esos cambios generales en las reivindicaciones políticas y económicas generales, también cambian, lo que significa que objetivos comunes, generales, son sustituidos por reivindicaciones específicas, concretas que tiene cada clase. La inconclusa revolución boliviana en varios intentos siempre empezó inspirada en consignas generales, como ser independencia política y económica, nación, democracia, reforma agraria, etc. Todos los sectores sociales estaban acordes en torno a la conquista de esos objetivos.
Sin embargo, el desarrollo (conquistados los grandes objetivos) de la revolución de todo un pueblo hizo cambiar y descubrir las diferentes interpretaciones que daban al nuevo orden de cosas los distintos sectores sociales que participaban en esa revolución. Se vio, entonces, que existía un profundo y hasta insondable abismo entre los intereses de los distintos sectores sociales, los mismos que exigían distintas medidas económicas y políticas, de acuerdo con sus diferentes visiones clasistas. Esa nueva visión de los hechos concretos, una vez conseguidos los más generales, terminó con la unidad monolítica y originó los sectores y bloques, las contradicciones y antagonismos internos. Durante la evolución de las diferentes grandes revoluciones nacionales y democráticas, ocurre que unos movimientos sociales no pueden o no quieren ir tan lejos como otros, que al cumplirse las tareas comunes aparecen diferencias y hasta choques entre unos y otros sectores, antes unidos (obreros, clase media, campesinos, etc.), como, por ejemplo, en la forma de cumplir la solución de la cuestión de la tierra, la elección de diputados y autoridades locales, el reparto de las “peras” y, demás, asuntos de mínima cuantía. Por tanto, como a veces los objetivos se cumplen a medias o no se cumplen, estallan los enfrentamientos, las elecciones y, entonces, el partido indivisible se fragmenta en tantas partes como sectores sociales estaban unidos, con intereses encontrados y enfrentados con golpes, grescas y silletazos a granel.
Las diferencias se deben a que ya pasó la lucha por los grandes objetivos ya conseguidos o fueron olvidados, o bien porque los asuntos secundarios sin resolver han engendrado intereses sectoriales para cada sector o clase social, que no se resolvieron y buscan solución a sus problemas específicos.
Entonces se desintegra la unidad que existía al principio sobre la base de intereses comunes y empieza la desintegración inevitable de las tiendas partidarias, pues, además, como el partido que al principio unía a todos los sectores, ya no representa la nueva realidad, es arrojado al basurero de la historia con sus dirigentes que no se dan cuenta que ya pasó su cuarto de hora y lo mejor que deben hacer es retirarse a sus cuarteles de invierno.
//*LUIS ANTEZANA ES ESCRITOR E HISTORIADOR/ TOMADO DE EL DIARIO//
//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN//
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