Escribe Iván Arias Durán

Tarija: el despilfarro y lo que se viene para Bolivia

Iván Arias Durán

OPINIÓN | 11 Mar 2019

La chura Tarija resume lo que ha sucedido en Bolivia en una década del Socialismo de Siglo XXI y lo que nos toca pasar después de la farra. Este departamento de menos de 500 mil habitantes es la miel y la hiel de lo que se hizo y no se debería hacer. La tierra chapaca nos advierte, después del despilfarro, lo que se nos viene.

Igual que Bolivia, producto del modelo extractivista, en un año (2006) Tarija recibió lo que recibió en 34 años: 462 millones de dólares. Entre 2006-2016, tomando en cuenta IDH y regalías, si sumamos los ingresos de la universidad estatal, la Gobernación y los municipios, Tarija recibió 35.899 millones de bolivianos (5.203 millones de dólares). Mucho pero mucho dinero. ¿Y qué se hizo con esa danza de millones? Waldemar Peralta (de 39 años) en su libro Elefantes en Tarija (2018), desentraña el despilfarro y explica lo duro que es vivir, ahora, sin la lluvia de millones de la década perdida.

“Tarija, como todo Bolivia, vivió una impresionante década de bonanza, pero que en vez de invertir en futuro nos la farreamos en dar bonos, dar pegas pero no generar trabajo digno, en construir ‘elefantes blancos’, obras ‘faraónicas’ sin beneficio para gran parte de la población”, señala Peralta.

Tarija, en vez de aprovechar la bonanza para diversificar su economía, incremento su dependencia del gas a más del 97%. Pusieron todos los huevos en una sola canasta. Los caudillos tarijeños, ya sea gobernadores, alcaldes o empresarios rentistas, optaron por gastar (chauchitar) las regalías en vez de generar riqueza.

Sin embargo, como ha pasado en toda Bolivia, la corrupción se ha llevado la parte del león. “Hay políticos -dice Peralta- que no pueden explicar sus fortunas. Existen reportes financieros que suman el salario de esos políticos y no llegan a cubrir ni el 10% de las fortunas que poseen en bienes inmuebles, más lo que tienen en los bancos a nombre de ellos, sus familiares o de terceros.

“Lo mismo pasa con los empresarios. En Tarija se vio el negocio en la obra pública y un conjunto de políticos y empresarios amasó una gran fortuna. Este es el departamento con mayor cantidad de políticos acusados por negocios ilícitos, sin embargo, no hay nadie en la cárcel” (Los Tiempos, 28/01/19).

Las cifras del despilfarro documentadas en el libro son de replay: en sólo un año (2014) la Gobernación de Tarija gastó más de 1.656 millones de bolivianos en aumento de personal, 75 millones en refrigerios, 172 millones en gasolina, 58 millones en muebles y 83 millones en material de escritorio.

Peralta detalla en el libro varias obras colosales e inútiles que se ejecutaron: El Rodeo de la tradición chaqueña en Yacuiba, que costó casi 50 millones de bolivianos, y que sólo es utilizado dos veces al año; el hipódromo en Entre Ríos que costó 45 millones de bolivianos; el estadio departamental Guadalupano en Entre Ríos, con un costo de 56 millones de bolivianos. En Caraparí se canalizó un “arroyo” que no tiene agua y que costó 22,5 millones de bolivianos.

Peralta, que es secretario de la Gobernación, advierte lo que se nos viene a todos los bolivianos: “Encontramos una gobernación en bancarrota, endeudada y con miles de funcionarios que vivían de la gobernación. Como ocurre siempre, los populistas derrochan y a los serios y estadistas nos toca poner orden y norte. Fácil decirlo, muy difícil hacerlo”.

Adrián Oliva, gobernador de Tarija, aplicó un plan de ajuste: cerró proyectos que regalaban dinero o programas que daban “empleo” sin trabajar. Paralizó decenas de obras faraónicas. Refinanció los más de mil millones de dólares de deuda que dejó el anterior gobernador masista.

“La administración de Adrián Oliva ha iniciado hasta ahora 519 procesos contra la gestión de Lino Condori, pero la justicia no les ha dado curso y el propio exgobernador sigue libre y ha sido contratado por una empresa privada que se benefició con los créditos a fondo perdido concedidos por el gobierno, una empresa en la que él sería socio” (Humberto Vacaflor Crónica de una rapiña, 2018)

El libro de Peralta debería ser, en vez de la historia de “Evito”, de lectura obligatoria en todo el país para que los bolivianos aprendamos de una vez por todas lo que no se debe volver a hacer. Elefantes en Tarija ensaya las posibles salidas al círculo vicioso de bonanza-despilfarro-miseria: “Plantea la necesidad de generar un nuevo modelo de desarrollo, a partir de la economía naranja, exportaciones con alto valor, la generación de riqueza y educación científica de calidad”.

//*IVÁN ARIAS ES CIUDADANO DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA //

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