Escribe Hugo Marcelo Balderrama

Coronavirus, el gran fracaso de la medicina socializada

OPINIÓN | 29 Mar 2020

El año 2020 empezó duro -desde la muerte del filósofo Roger Scruton, hasta la pandemia del coronavirus-. Países como China, Italia y España cuentan los infectados y fallecidos por miles. Muchos periodistas y políticos se preguntan ¿Por qué esas naciones tan «desarrolladas» no pueden contener el COVID-19?

Por otro lado, los oportunistas de siempre -en Bolivia nos sobran- hablan de «duplicar» el presupuesto de salud, porque garantizar ese «derecho», junto con la educación, será el eje de su gestión de gobierno. Penosamente, hasta ahora son muy pocas las voces sensatas y racionales en este penoso tema.

La salud es el activo más importante de cualquier persona -incluso más importante que la riqueza y la educación, ya que sin salud no se puede obtener las otras dos-, por eso dejarla en manos del Estado equivale a un suicidio, y eso es lo que está sucediendo en Italia y España. Veamos algunos datos.

Servizio Sanitario Nazionale es el sistema que garantiza que todos los ciudadanos italianos tengan acceso a la salud de manera «gratuita», aunque los que entendemos economía básica sabemos que la gratuidad no existe. De hecho, el sistema italiano se financia como cualquier otro servicio del Estado: con impuestos.

La velocidad con la que el COVID-19 se extendió por el norte de Italia, acabó demostrando que uno de los «mejores» sistemas sanitarios del mundo, era incapaz de contener el virus y socorrer a sus ciudadanos más vulnerables -varios medios de comunicación italianos dicen que viven la mayor emergencia sanitaria desde la segunda guerra mundial-.

Según la Organización Mundial de la salud la tasa de mortalidad del COVID-19 es más alta en personas de la tercera edad. Casualmente, en Italia los ancianos que superan los 65 años componen el 22% del total de la población. En tanto, la edad promedio es de 45,7 años -típicos componentes de una población envejecida y con bajas tasas de natalidad-.

En España, el número de casos positivos con COVID-19 supera los 56.000 y los fallecidos alcanzan los 4366 -el segundo más alto de Europa-. Al igual que en Italia, El Sistema de salud público de España ofrece un acceso «universal» y «gratuito» a todos los ciudadanos españoles, aunque para sostenerse tenga que cobrar elevados impuestos.

El panorama es totalmente diferente en Singapur, Corea del Sur y Hong Kong. Como lo muestra el grafico siguiente:

Cuadro 1

Singapur tiene, ahora mismo, el mejor sistema de salud del mundo. Su éxito radica en haber desarrollado -aunque sea mediante una típica legislación de carácter estatista- las condiciones y los incentivos para una salud completamente privada. En la pequeña nación asiática, cada individuo es responsable de su propia salud.

¿Y de dónde sacan los ciudadanos de Singapur el dinero para costear su sanidad? Pues del mismo lugar que lo hace el Estado: de la riqueza individual. La diferencia radica que en Singapur cada ciudadano sabe quien administra sus aportes para la sanidad, pero en lugares como España o Italia los individuos aportan a un bolsa común -ya saben que lo que es de todos, es de nadie-, que queda en garras de grandes Estados benefactores. Mientras la vida de los ciudadanos de Singapur está en manos de profesionales en medicina, los italianos y españoles dejaron las suyas en manos de un burócrata -creo que las diferencias son evidentes-.

En Bolivia, la privatización de la salud debe dejar de ser un tema tabú. Que junto con otras reformas a favor del libre mercado, deben apuntar a reducir el gasto estatal, liberar los mercados y fortalecer los derechos de propiedad. Esas son las reformas necesarias, si no queremos terminar como Venezuela o Argentina.

//*HUGO BALDERRAMA FERRUFINO ES ECONOMISTA, MASTER EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS Y PHD. EN ECONOMÍA//

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