Escribe Luis Christian Rivas

El panadero no produce pan

OPINIÓN | 1 Abr 2020

Thomas Schaefer, ministro de finanzas del estado de Hesse de Alemania, tomó la radical decisión de terminar con su vida cerca de las vías del tren, la razón de su muerte fue una profunda preocupación por las consecuencias de la propagación del Covid-19 en la economía de su país; las tormentosas situaciones que pasaron por la cabeza de esta persona nos deben llevar a reflexionar que acontecerá con la economía en los países pobres.

Los países pobres están dándose cuenta de la precariedad de sus sistemas de salud, por años han adoptado un sistema estatista de sanidad, asignando a los políticos dicha responsabilidad, que en los hechos se demuestra que no funciona, porque no existen los medios, instrumentos, pruebas y medicamentos suficientes para combatir un virus, ni cualquier adversidad peligrosa. Se dieron cuenta, que las causas de no permitir la libre importación de máquinas, instrumentos y medicamentos, sumada a la burocracia para obtener permisos y autorizaciones, licencias, además, de la presión impositiva y rigidez laboral hacen imposible cualquier emprendimiento y crecimiento de empresa de salud privada, ni pensar en sistema de cadenas hospitalarias, como el sistema “low cost” hindú, sobre una economía de escala que permite entrar con hospitales allá donde el Estado no puede llegar, más al contrario, existe un pacto estado-sindicalismo para monopolizar el servicio de salud que no permite la competencia, por lo mismo, aumento de calidad y bajos costos en los servicios.

No hay hospitales privados con tecnología e infraestructura a disposición de las masas en áreas rurales y periurbanas, por lo mismo, los estudiantes que terminan la carrera de medicina tienen que emigrar al exterior en busca de especialidades y residencias que no encuentran en los hospitales públicos, donde se trafican los pocos cupos que existen, los emigrantes optan por no regresar a un país hostil con los salubristas, la ignorancia pide mucho a quienes no tienen ni lo mínimo para poder trabajar; entonces, la solución no pasa por aumentar el presupuesto estatal destinado a la salud, el problema se resuelve devolviendo la responsabilidad de la salud al sector privado, históricamente dueño de ese servicio.

Por motivos económicos no se tiene servicio de salud eficaz, pero la gente exige cuarentena total parando la producción y se preguntan: ¿la vida o la economía?, responden la vida, pero, estamos demostrando que existe una falacia de falso dilema, porque no puede existir salud ni vida sin economía, los residentes de medicina emigran allá donde mejor pueden desempeñarse profesionalmente.

La vida y salud no pueden existir allá donde no hay libertad, una cuarentena total detiene obligatoriamente la producción de bienes y servicios bajo sanción penal, parar la producción significa tener pocos productos, los pocos productos encarecen, de que sirve inyectar billetes, papel, donde no hay productos, la inflación se produce por escasez de productos y sobrecarga de moneda, productos sin producción es una contradicción, nos dirá Harry Binswanger: “Cerrar la producción y el comercio, arruinando toda la economía, para evitar la sobrecarga hospitalaria es una inversión loca de la jerarquía de valores. Se está cortando las piernas para lidiar con un esguince de tobillo”, la eficacia y eficiencia de un sistema de sanidad están en relación directa con la producción económica, la salud y la vida descansan sobre lechos catalácticos.

Si un panadero no produce pan y manda a sus empleados a casa, luego no tendrá con que pagar los sueldos de sus dependientes, sus hijos se comerán todo el pan que tienen en su mesa, para vivir se alimentarán del capital y ahorro, en la miseria, el panadero no tendrá para la medicina de su esposa enferma, no podemos llegar a ese extremo, debemos dejar en libertad la acción humana.

//*LUIS CHRISTIAN RIVAS SALAZAR es abogado y representante del Instituto Libertad, Capitalismo y Empresa ILCE//

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