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Viernes, 19 de Abril de 2024

Escribe Andrés Gómez Vela

Anular los 2/3 es segregar al 45% del país

OPINIÓN | 15 Nov 2020

Si el MAS quiere dejar su pasado antidemocrático (2009-2019) y volver a ser un partido democrático y de concertación (2020), ¿por qué anuló los dos tercios de los reglamentos de Diputados y Senadores? Es probable que respondas que, en democracia, la mayoría (55%) manda. Tienes razón en parte, pero democracia no quiere decir tiranía de la mayoría, sino respeto a las reglas de juego, respeto a las minorías y concertación entre fuerzas sociales con intereses diferentes. 

La mala experiencia que vivimos los bolivianos entre 2009 y 2019 demostró que el exceso de poder termina mal. Imagino que no queremos reproducir esos malos momentos. Sin embargo, la arbitraria decisión de los parlamentarios del MAS de usar sus dos tercios agonizantes para anular la necesidad de los dos tercios que ya no tenían los nuevos asambleístas del mismo partido comunica el retorno del autoritarismo.

El ajuste de 21 artículos del reglamento de las cámaras de Senadores y Diputados de dos tercios a mayoría absoluta es una acción antidemocrática porque acomoda las reglas de juego a los intereses de un partido y excluye al 45% de la población, que no votó por el binomio Luis Arce-David Choquehuanca y que en su mayoría vive en las ciudades, de las decisiones sobre temas que incumben al 100% de los ciudadanos.

¿Cuáles son esos temas en los cuáles casi la mitad de la población no podrá intervenir ni decidir? Ascenso de militares y policías al grado de generales (las instituciones con monopolio en el uso de armas y la violencia), nominación de embajadores, impugnación de senadores y diputados electos, creación de comisiones especiales para investigar (por ejemplo, casos de corrupción), modificación del orden del día, dispensación de trámite para temas urgentes, tiempo de discusión de los proyectos de ley, declaración de sesión reservada para interpelar a ministros, entre otros puntos.

El cambio de las reglas de juego no es un mero trámite, como intentaron justificar algunos asambleístas del oficialismo, es un grave desconocimiento a cuatro instituciones de la democracia representativa:

La participación efectiva.

La igualdad de voto.

El control social sobre la agenda de temas públicos.

La necesidad de concertación.

Voy por partes. En términos del profesor estadounidense, Robert Alan Dahl, la participación efectiva quiere decir que todos los miembros de una sociedad deben tener oportunidades iguales y efectivas para hacer que sus puntos de vista sobre los asuntos públicos sean conocidos por los otros miembros. No sólo hacer conocer, sino participar en condiciones equitativas en las decisiones públicas.

En una democracia representativa, los ciudadanos participan en la Asamblea Legislativa a través de sus representantes. En el caso reciente, éstos fueron elegidos en los comicios del pasado 18 de octubre. El MAS acaba de excluirlos de la participación efectiva en los asuntos humanos que se tratarán de aquí en adelante. Por tanto, también excluyó a los electores que optaron por Comunidad Ciudadana y Creemos (clases medias citadinas en su mayoría). La regla de los dos tercios había sido incluida sabiamente en los reglamentos de debates en Senadores y Diputados, precisamente, para evitar una segregación de este tipo.

En consecuencia, si el 45% de la población boliviana fue marginado de las decisiones sobre asuntos públicos importantes, el voto de este porcentaje no tiene el mismo valor que el voto de las personas que optaron por el MAS. Entonces, la democracia deja de ser poliárquica y cae otra vez, en manos de un solo partido. Ni siquiera en un partido, sino en poder de una élite.

En la democracia representativa, que establece el control social sobre la agenda, dice Dahl, los miembros deben tener la oportunidad exclusiva de decidir cómo y, si así lo eligen, qué asuntos deben ser incorporados a la agenda. Con la anulación de los dos tercios, sólo el MAS controlará la agenda que se discutirá y decidirá en el primer poder del Estado. Los temas sociales, políticos y económicos que interesan a casi la mitad de la población restante pueden ser ignorados.

En definitiva, la élite del MAS no cree en la democracia. Si creyera, no hubiera anulado la regla que lo obliga a concertar, pues, se concerta con el diferente, no con el igual o con uno mismo. La élite masista quiere tener otra vez el monopolio en las decisiones que estaban fijadas en los reglamentos alterados. Esta acción tramposa niega la metáfora del vicepresidente David Choquehuanca: “El cóndor levanta vuelo solo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda”.

Si el masismo no repone los dos tercios, Bolivia no levantará vuelo porque le faltará un ala de la democracia; y la élite de ese partido habrá devuelto al país al reciente pasado antidemocrático.

//*ANDRÉS GÓMEZ VELA ES PERIODISTA Y ABOGADO//

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN// 

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