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Viernes, 19 de Abril de 2024

Escribe Mauricio Bernal Ramos

El Imperio Socialista de los Incas

OPINIÓN | 2 Dic 2020

Siguiendo al profesor Jesús Huerta de Soto, definimos el Socialismo como “toda restricción o agresión institucional contra el libre ejercicio de la acción humana o función empresarial”[1]

Por otro lado, también es necesario mencionar la definición del profesor Ludwig von Mises (Socialismo en sentido clásico): “El socialismo es el paso de los medios de producción de la propiedad privada a la propiedad de la sociedad organizada, el Estado. El Estado socialista es propietario de todos los medios materiales de producción y, por tanto, el director de la producción general”[2]

Intelectuales de la talla de Vladimir Lenin no fueron directos en su definición de Socialismo, donde supuestamente los medios de producción pasarían a manos de los obreros; sin embargo, luego del golpe de Estado bolchevique (1917) y la asunción de Lenin al poder, lo cierto fue que el control de los medios de producción sí era ejercido por los obreros, pero la dirección de la producción era elaborada desde arriba, es decir, desde el Estado[3].

En el Imperio Inca, la producción era dirigida y controlada desde arriba; no existían medios de producción a ser expropiados (Socialismo en el sentido clásico) porque el ahorro generado por los indios no se lo invertía, sino que era almacenado en graneros (pirua)[4]. Si su producción era superior (inferior) a la demanda, el excedente se almacenaba (utilizaba). Es decir, que no hubo una expropiación de los medios de producción (Socialismo en sentido clásico) porque el Imperio Inca restringió el ahorro y la inversión por cuenta propia. No hubo un Socialismo en sentido clásico, pero sí un Socialismo en sentido amplio: el libre ejercicio de la acción humana era severamente restringido.

El indio no era libre: estaba destinado a producir, comer y vestirse como le ordenaban desde arriba; pero además de padecer un centralismo económico, eran fuertemente regulados en su vida personal:

Los funcionarios del imperio estaban autorizados a entrar a las casas de sus súbditos en todo momento para inspeccionarlo todo, es decir, que los súbditos debían comer y cenar a puertas abiertas para cuando el funcionario quiera entrar[5]

El matrimonio era obligatorio, el delegado de los Incas era quien decidía quién se casaba con quién cuando llegaban a cierta edad[6]

Cambiar de lugar de residencia sin autorización o cambiar de atuendo era delito[7]

Asimismo, la igualdad ante la ley no existió porque la justicia no era aplicada por igual para todos[8]; más aún, la ley era la ley del inca, y por tanto, lo bueno o malo era definido por él.

Si bien cabe mencionar que sus principios fundamentales, Ama Sua (no seas ladrón), Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Quella (no seas flojo) fueron adoptados por la ONU el año 2015 como norma universal; a estos principios se le pueden añadir otros como “no matarás” por ejemplo.

Reconozco que formarían parte de los principios que toda sociedad tendría que practicar para su mejor convivencia. Lo que no comparto es que tengan que ser los principios fundamentales de las sociedades.

Por mucho que se haya hecho cumplir a rajatabla los dos primeros principios (pues los registros de delitos de este tipo eran mínimos) y por mucho que a los indios se los haya ocupado en algo en favor del imperio (no seas flojo), el mismo nunca fue próspero; en otras palabras, el socialismo (en el sentido del profesor Huerta de Soto), al paralizar la iniciativa individual, reducir al mínimo la propiedad privada e imponer severas restricciones sobre la libertad personal, no sacó al indio de su pobreza y su dependencia. Por el contrario, las masas indias estaban destinadas a vivir en un solo lugar, a comer más o menos lo mismo[9], a casarse a una cierta edad y a trabajar de por vida para pagar tributos y a donde la elite le parecía. La igualdad en la pobreza hacía a todos los indios ricos, pero esa no puede ser una definición de bienestar.

El Imperio Inca, así como el Imperio Chino, no conocieron el progreso ni el bienestar de sus sociedades tal como se experimentó en la civilización occidental en la segunda mitad del siglo XVIII. Y no porque hayan sido imperios bárbaros[10], sino por sus arreglos institucionales. En palabras de Ludwig von Mises:

“Las civilizaciones de China, Japón, India y los países mahometanos del Cercano Oriente, tal como existían antes de que estas naciones se familiarizaran con las formas de vida occidentales, ciertamente no pueden descartarse como barbarie. Estos pueblos ya hace muchos cientos, incluso miles de años, lograron maravillosos logros en las artes industriales, en la arquitectura, en la literatura y la filosofía y en el desarrollo de las instituciones educativas. Ellos fundaron y organizaron poderosos imperios. Pero luego su esfuerzo fue detenido, sus culturas se volvieron entumecidas y aletargadas, y perdieron la capacidad de afrontar con éxito los problemas económicos. Su genio intelectual y artístico se marchitó. Sus artistas y autores copiaron sin rodeos los patrones tradicionales. Sus teólogos, filósofos y abogados se entregaron a una exégesis invariable de obras antiguas. Los monumentos erigidos por sus antepasados se derrumbaron. Sus imperios se desintegraron. Sus ciudadanos perdieron vigor y energía y se volvieron apáticos frente a la progresiva decadencia y empobrecimiento. […]

La sociedad occidental era una comunidad de individuos que podían competir por los premios más altos. La sociedad oriental era una aglomeración de súbditos que dependían por completo de la buena voluntad de los soberanos. La alerta joven de Occidente ve al mundo como un campo de acción en el que puede ganar fama, eminencia, honores y riqueza; nada parece demasiado difícil para su ambición. La mansa progenie de padres orientales no sabe nada más que seguir la rutina de su entorno”.[11]

No deja de sorprender que más de cuatro siglos después de la caída del imperio, sus ideas socialistas/totalitarias sigan vigentes y deseosas de aplicarse por la nueva intelectualidad socialista/totalitaria de raigambre boliviana. En palabras del profesor Pablo Ramos Sánchez (expresidente del Banco Central de Bolivia):

“Estos son los lineamientos centrales de la estrategia del desarrollo nacional, que sintetiza las necesidades y aspiraciones de las clases trabajadoras bolivianas. El propósito es construir una sociedad distinta de la actual, dejando atrás, para siempre, los males sociales que amenazan destruir las energías vitales de nuestro pueblo. En la nueva sociedad, se abrirán posibilidades para que todos los bolivianos, en igualdad de condiciones, participen en la construcción de un gran destino común, donde la felicidad de unos no se logre a base de la desgracia y el sufrimiento de otros”[12.

También podemos citar otra de sus ideas aún más totalitarias:

“Desde luego, es absolutamente cierto que se puede realizar una movilización y una reasignación de muchos recursos que se encuentran mal ocupados o que actualmente se destinan a fines distintos del desarrollo económico. Pero, para ello se necesita una política de desarrollo diferente de la que se tiene que emplear en la ejecución de un plan de simple crecimiento del consumo.

Tiene que ser una política vigorosa, basada en la más estricta armonía y coordinación de los sectores económicos y en una regulación sistemática de toda la actividad económica, que subordine al plan todos los mecanismos de "preferencias de los consumidores", "libre elección de alternativas", etc. ... Tiene que ser una política de desarrollo respaldada en la voluntad popular que someta al país a un engranaje de gigantesca actividad.”[13]

El “bien común”, el “gran destino común”, etc. son ideas que en el fondo someten a los individuos hacia ideales definidos por un puñado de hombres (socialistas). Citando a Ayn Rand:

“Si el "bien común" de una sociedad es considerado como algo aparte y superior al bien individual de sus miembros, ello significa que el bien de "algunos" hombres adquiere prioridad sobre el bien de otros, quedando estos otros relegados a la condición de animales para sacrificio”[14]

“Ningún hombre puede tener el derecho de imponer a otro una obligación no elegida, un deber no recompensado o una servidumbre involuntaria. No existe "el derecho a esclavizar"”[15].

En suma, aunque el liberalismo y el socialismo compartan el mismo fin: asegurar la mayor felicidad para el mayor número de personas, los medios para alcanzar dicho fin son diametralmente distintos:

- Para el liberal, la propiedad privada de los medios de producción, la libre iniciativa del individuo y los arreglos institucionales que promuevan el libre ejercicio de la acción humana, son los medios que nos posibilitan el alcance de nuestros objetivos, nuestros proyectos de vida, nuestros sueños.

- Para el socialista, la nacionalización de los medios de producción, la subordinación del individuo al colectivo y las doctrinas totalitarias, son los medios para convertirnos en meros engranajes del Estado, dirigido por ellos, en busca el bien común, del gran destino común, del hombre nuevo[16]

//*MAURICIO BERNAL RAMOS ES ECONOMISTA ESPECIALIZADO EN FINANZAS E HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO//

//**LOS TEXTOS REPRODUCIDOS EN ESTE ESPACIO DE OPINIÓN SON DE ABSOLUTA RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO COMPROMETEN LA LÍNEA EDITORIAL PLURAL – LIBERAL DE ESTE MEDIO DE COMUNICACIÓN//

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NOTAS:

[1] Jesús Huerta de Soto 1992, Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial

[2] Ludwig von Mises 1922, Socialismo: análisis económico y sociológico

[3] Comité Ejecutivo Central de los Sóviets 1917, Decreto de Creación del Consejo Superior de la Economía Nacional

[4] Es importante mencionar que además de bienes de consumo, se tenían stocks de vestido y materia prima que también era repartida desde arriba

[5] Inca Garcilaso de la Vega 1609, Comentarios Reales de los Incas

[6] Louis Baudin 1940, El Imperio Socialista de los Incas

[7] Javier Vargas 1981, El Derecho Penal en el Imperio de los Incas (contribución al estudio de la historia del derecho peruano)

[8] La élite gozaba de penas menores de las que se aplicaban sobre los indios; las sanciones eran más leves por el mismo delito para los primeros que para los segundos

[9] Louis Baudin 1940, El Imperio Socialista de los Incas

[10] Los Incas inventaron su sistema contable (quipus), puentes colgantes, terrazas de cultivo o sistemas de riego, etc. Los Emperadores inventaron el papel, la imprenta, la brújula, la pólvora negra, etc.

[11] Ludwig von Mises 1989, Dinero, Método y Proceso de Mercado

[12] Pablo Ramos Sánchez (expresidente del BCB) 1989, El Proyecto Nacional Popular

[13] Pablo Ramos Sánchez 1983, Temas de la Economía Boliviana II

[14] Ayn Rand 1967, ¿Qué es el Capitalismo?

[15] Ayn Rand 1961, La Virtud del Egoísmo

[16] Che Guevara 1965, El Socialismo y el Hombre en Cuba 

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