Escribe Rodolfo Faggioni

Italia descubre el vino de los Borbones

Escribe Rodolfo Faggioni

OPINIÓN | 1 Nov 2021

Fernando IV (1751-1825), de la dinastía de los borbones, rey de Nápoles y de las Dos Sicilias, fue uno de los monarcas más importantes de Europa. Su reinado duró 65 años, uno de los más largos de la historia del mundo. Su residencia habitual era el Palacio Real de Caserta.

Durante su largo reinado se refería siempre a un vino muy especial, el vino “Pallagrello” de la vid del mismo nombre plantado en los jardines del Palacio Real de Caserta y en el adjunto bosque de San Silvestre. Tanto era el amor por el vino del monarca español que anheló que la “vid real”, como él la llamaba, produjese vino blanco y tinto, para hacer una buena impresión con sus invitados de prestigio. Fernando IV amaba donar el vino más preciado de su bodega, el “Pallegrello”, denominado “vino del Rey” y en la mesa de sus invitados era una de las “delicias reales”.

Cuando cayó el reino de Nápoles y de las Dos Sicilias, murió también la viña del Palacio Real de Caserta abandonada por los hombres y por Dios.

El Palacio Real de Caserta fue encargado por su padre Carlos VII para que sirviese de centro administrativo y cortesano del nuevo Reino de Nápoles y de las Dos Sicilias y al mismo tiempo, símbolo de poder real. El monarca quiso dotar a la dinastía Borbónica de una residencia digna del Palacio de Versailles y sirvió de residencia a todos los monarcas del Reino de Nápoles y de las Dos Sicilias hasta su incorporación al Reino de Italia en 1861.

En términos de volumen, el Palacio Real de Caserta era la residencia real más grande del mundo con dos millones de metros cúbicos. El viñedo original era el que servía la mesa y las bodegas reales y tenía una extención de casi cinco hectáreas, el segundo viñedo conocido como “el abanico” era más pequeño, tenía distintos tipos de uva y tenía un valor más representativo.

Tanto el Palacio Real de Caserta que nació como la máxima representación de prestigio del nuevo reinado de Carlos de Borbón, como el Bosque de San Silvestre y otros sitios reales borbonicos, fueron concebidos como parte de un sistema articulado de producción territorial que en la vida cuotidiana tenía tanto para la familia real como para todos lo que vivían en ese territorio.

Hace unos cuatro años, se trató de hacerlo vivir otra vez, no sólo come un museo gigantesco, sino como un palacio viviente, se redescubrió la Vigna Real en el bosque de San Silvestre e inmediatamente trataron de hacerla vivir confiádolo a un enólogo de prestigio internacional Este antiguo viñedo borbónico vuelve otra vez a la vida gracias a un ambicioso proyecto, hacer rivivir las verdaderas delicias de los Reyes de Nápoles.

Dentro de sus muros se firmó la rendición de las tropas alemanas en Italia (25 de abril de 1945). En 1997 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto a los jardines, al acueducto carolino y al complejo arquitectónico de San Leicio. El parque del Palacio es uno de los más bellos de Europa.

//*RODOLFO FAGGIONI ES PERIODISTA Y CORRESPONSAL EN ITALIA. MIEMBRO EFECTIVO DE LA PRENSA INTERNACIONAL//

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