Escribe Diego Ayo

El Negro Arias, el Bombón y el Camacho…¡los autoritarios!

Escribe Diego Ayo

OPINIÓN | 10 Mar 2021

Jorge Richter, el revolucionario vocero del gobierno, afirma, sin pudor, la revolucionaria conclusión del gobierno: “No vamos a trabajar con los rupturistas”. ¿Qué? Sí, no van a trabajar con el Negro en la ciudad de La Paz, con el Bombón en la ciudad de Cochabamba o el Camacho en el departamento de Santa Cruz. ¿Sí? ¡Eso dijo! ¿Traduzco? Sí: no van a trabajar con aquellos rupturistas… ¡por su falta de convencimiento democrático! ¿En serio? Sí.

Me encanta escuchar esta asquerosidad con ese putrefacto airecillo de solemne sentencia. Los capos se mandaron el más vulgar fraude electoral de nuestra historia y del continente latinoamericano y hablan del ¡convencimiento democrático! de los ganadores de estas últimas elecciones departamentales y municipales. ¿Ven? Eso me encanta: no somos los mejores en fútbol, en arte, en ciencia y un largo etcétera, pero somos eruditos en esta nueva competencia olímpica: la mamonería. Ahí desfilan una gama variada de pajpakus enrostrando al Arias, al Reyes Villa y al Camacho su ¡falta de convencimiento democrático! No puedo sentirme triste.

Me viene esa gloriosa sensación de “pfuta, por fin somos los mejores en algo” y me calmo. ¿Medalla de oro a la cojudez más tenebrosamente sensata? Sí. ¡Dénnosla por favor! Ah, y por favor que tenga haaarto oro esa medallita, así la fundimos y sacamos unos plurinacionales pesos.

A ver, recordemos en serio: ¡hicieron un fraude electoral! ¿Se imagina usted madre de familia si su hijo hace una trampita en la pregunta 692 de las 3.485 preguntas del examen? ¡Lo expulsan por mamón! ¿Y se imagina que le pasa al partido que hizo el fraude más vergonzoso en 2019? ¡Gana las elecciones en 2020! He ahí el dilema. O sea, su hijo hace trampa en el examen y como efecto de su vergonzosa falta de ética ¡gana una beca para estudiar en Europa! ¿O sea? O sea, la conclusión es perversa: ¡haces lo que te da la gana! Lo que hoy deja entrever el vocero es precisamente eso: ¡hacemos lo que nos da la gana! ¿Qué significa eso? Que la prepotencia autoritaria que se puso en caja quinta en octubre de 2019, está pasando a caja sexta y seguirá subiendo sin ninguna conmiseración.

Pero, ¿no es finalmente el vocero nomás el envalentonado? No, eso es lo dramático: no tienen la menor idea de lo que pretenden hacer Arias, Reyes Villa o Camacho en su gestión. No saben y los acusan, después de que ganaron y recibieron el voto del aproximadamente el 50% de los ¡des-convencidos demócratas votantes! ¿O sea? O sea: o la gente es autoritaria en masa votando por estos autoritarios o el vocero y su gobierno son los verdaderos golpistas.

Díganme, por favor, ¿no es dar un golpe de Estado decidir no trabajar con ellos porque no tienen ¡convencimiento democrático!? Ojo: cuando hablo de “ellos” no hablo de los capos que incendiaron los PumaKatari o dejaron morir a 32 personas bloqueando en los cerros. No señor: hablo de los ganadores de las elecciones de marzo de 2021. Hablo de los demócratas que han decidido postularse honrando la democracia en las urnas. ¿Significa eso que soy Negrero (¿Negrista?), Bombonista o Camachista? Para nada: significa que soy demócrata.

Y como demócrata conviene advertirlo: van a dar un golpe contra los vencedores de la democracia boliviana en su versión regional y local. Sí entendemos por golpe, la apropiación de un gobierno de manera ilegal, debemos estar seguros que ilegalmente boicotearán la gestión, ilegalmente cortarán recursos fiscales, ilegalmente buscarán desunirlos con mañosas leyes, ilegalmente les meterán juicios, ilegalmente los insultarán (puedo apostar que los Quintanas y su larga lista de anti-estéticos “iguales”, aparecerán de a poquito) y todo, claro, glorificando legalmente a “la izquierda”.

Eso es lo grave. El fraude de 2019 no quedará ahí. El engaño consentido en la elección de 2020 genera un proceso acumulativo de autoritarismo. Quien piense que luego del papelón antidemocrático de 2019 se irían a calmar, no entiende el lento pero creciente autoritarismo en curso. El niño autoritario de 2010 se convirtió en el lampiño autoritario de 2019 y, hoy, vocereando, es tan sólo el mismo llocalla con bigotes.

//*DIEGO AYO SAUCEDO ES POLITÓLOGO E INVESTIGADOR SOCIAL//

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