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España - Marruecos: Aspas y el VAR salvan a la roja

El campeón mundial 2010 sufrió para pasar la ronda / GETTY IMAGES

MUNDO | 25 Jun 2018

VISOR SPORTS / ABC.- España enseñó sus espectaculares problemas en defensa y se salvó por la alta resolución del VAR. Evita a Uruguay, que se podría hacer un asadito con nuestros blanditos centrocampistas, y se las verá con Rusia, un equipo aun más raro que España y con superiores problemas de concentración.

Vayamos al partido. Manolo el del Bombo llegaba a la Konigsberg de Kant. Por fin. Tenía que pasar. España se enfrentaba al equipo de Herve Renard, que en Marruecos parece el galán de un telefilm alemán.

Hierro sacó a Thiago de titular. Un equipo isomorfo, con poquita diversidad. Se suponía que con ello, al menos, el partido estaría muy controlado, aunque no fue así.

España empezó pisando por fin el lado derecho, quizás la respuesta es que por allí estaba Achraf. Silva colgó un buen balón al que no llegó Iniesta. Cómo iba a hacerlo.

España no controló nunca del todo porque tampoco dejó de tener errores. En el 14 se produjo el mayor: un lío entre Iniesta y Ramos dejaba solo a Boutaib, que hacía el 0-1. Lo de Iniesta y Ramos era una incomprensión nacional difícil de imputar. Podríamos tirarnos años discutiendo si el fallo fue más de uno o más de otro, según la pasión de cada cual. Era como la jugada perfecta para alimentar nuestra discordia y nuestra cizaña.

Pero España reaccionó. No con virulencia, sino con la paciente aplicación de su catón.

Iniesta volvió a ser clave para eso y le acompañó más que nunca Isco. Isco se impuso a España, pero no al partido. La sociedad que entre los dos se apuntaba se consolidó. En el 19 hicieron una jugada juntos, Iniesta patinó hasta el final de ese carril que solo pisa él, e Isco remató con autoridad el 1-1.

La jugada fue tan nuestra que presagiaba un retorno. Sin embargo, España siguió dejándose el balón olvidado (Ramos se empeñó en darle la razón a Maradona) y Marruecos, con solo un saque de banda, se quedaba otra vez solo ante De Gea, que le quitó a Boutaib otro gol.

España estaba más cómoda que contra Irán, pero Marruecos añadió un punto de dureza a su juego. Surgieron fricciones, un empeño poco mundialista. Un periodista inglés calificó momentos antes el partido como un “derby local”. La expresión tenía más sentido quizás para Marruecos.

Hierro lo miraba todo con ojos más de banderillero que de entrenador.

Hubo algún buen robo de Thiago, energizado en su rol de apoyo a Busquets, algún desmarque útil de Costa y muy poco de Silva. En realidad, lo mejor es siempre cuando Iniesta e Isco coinciden. En el 36 repitieron una jugada similar a la del gol. Isco se ha hecho el líder con el apoyo de Iniesta y la transición, la cesión del testigo, se ve en cada partido.

España daba la sensación de algo con una cobertura débil. Con señal, pero fluctuante. Como si solo tuviera dos rayitas, y a veces, muy pocas veces, tres.

La primera parte terminó con un remate forzado de Costa tras maravilla personal de Iniesta, y la segunda se retomó con otro susto marroquí a partir de un simple balón cruzado.

España tiene un problema defensivo. No son simples detalles. Tiene lapsus y tiene un agujero. El Ahmadi se cruzó el campo entero sin que un solo español le hiciera una carga. Justo después, Amrabat chutó al larguero, que tembló como España se resquebrajaba. Volvía la sensación de fragilidad. Fajr corría él solo por los desiertos carriles defensivos españoles.

Sobre el 60 se subió el toque y hubo alguna recuperación alta de Busquets. Le estaba faltando eso a España. Cuando ocurre, todo mejora. Isco tuvo ahí una ocasión de cabeza, por extraño que suene, y Piqué otra al instante.

Isco se hizo con el partido, entró en calor; la pedía y se iba, encaraba a cualquiera en cualquier sitio. A España le surgió el líder que necesitaba. No fue tanto algo coral como algo conformándose alrededor de él. Quizás ese liderazgo pida un retoque del equipo.

Estrechado el campo y ya dominando, Hierro sacó a Aspas y Asensio. El control no se tradujo en nada y Marruecos siguió cruzando la inexistente presión española a su antojo. Marcó en un córner imperial de En Nesyri, saltando sobre toda la defensa española.

La reacción trajo el gol de Aspas, que puso al VAR ante la duda absoluta. Ni el VAR lo resolvía y se la devolvía al árbitro, que se lo concedió a España finalmente.

No se pudo cantar, imposible cantar un gol dado en segunda instancia, pero se sintió con alivio interior. Y con esa sensación llegaron las noticias del empate de Irán.

Media crónica debía felizmente ser borrada y España lideraba el grupo otra vez. Hierro no cambió de cara en todo ese tobogán de emociones. Es la congoja nacional. Está de entrenador y un poco también para representarnos a todos en el trance.

//FUENTE: ABC ESPAÑA//